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viernes, 1 de enero de 2010

Yo no soy nada.





-Yo no soy nada, ni seré en tu vida,
más que una hoja, pasajera y sola,
que te ha rozado al caer a tu paso,
para prendarse de tu voz y aroma.
Yo no soy nada más, que esa hoja seca,
de color ocre y de sabor amargo,
que únicamente te hablará de otoños,
de días sin sol, de inviernos largos.

En mi alma nunca entró la primavera,
no conocí el verano, ni la risa plena,
sólo recuerdo mi tristeza oculta,
frente a la alegre carcajada ajena.
No tuve nunca, nadie que me diera,
ese calor, que busqué sin descanso,
sólo tus ojos que los quiero tanto,
me sacudieron de ilusión, de fe.
Fueron tus ojos que los quiero tanto,
enormes, pardos, que me traicionaron,
que pisoteando la ilusión más bella,
me devolvieron al dolor, al llanto.



Autor: Libra.

miércoles, 19 de agosto de 2009


Monumento a Becquer en Sevilla

Diferentes!




Cuando hablan de las víctimas atroces del nazismo
a todos nos conmueve tan horrendo destino
y todos condenamos a aquellos asesinos
que en busca de un absurdo
inmolaron a tantas personas sin sentido.

Cuando hablan de los niños pobres del tercer mundo
a todos nos conmueve tanto horror de miseria
y tratamos entonces de brindar nuestra ayuda
socorriendo esas vidas con futuro de muerte.

Pero si en cambio hablamos de aquellos que murieron
por simplemente ser, distintos, diferentes,
decimos que es el vicio, que están idas sus mentes
y nadie se enternece y nadie los comprende.

Pero si Dios nos manda con su poder divino
un hijo "diferente" al resto de la gente
entonces ¿qué sentimos?
¡Cómo se contradice la ley de lo divino
con este terrenal infierno en que vivimos!
Amaos los unos a los otros, sentencia un mandamiento
pero frente a los otros, los que son diferentes
no se puede aplicar, porque no es conveniente.
¿Para qué y para quienes? Si lo más importante
en la vida es amor a todos por igual,
cuando el corazón siente.
y poder ser felices, como la demás gente.
Porque no son distintos, tampoco diferentes
son criaturas humanas, como tú, como aquél
como yo,
que lloran, ríen y sienten
que sufren con dolor, una marginación
injusta e insolente.
¡Piénsalo...

"Eres"


La imagen que ilustra este poema es de la eximia bailaora "Carmen Iniesta", gentileza de Muriel Mairet.

Eres, cuerda de guitarra,
que se doblega, pero no se entrega.
Que permanece irreductible,
pertinaz,
soberbia,
hasta que los dedos que buscan en ella
arrancar la nota precisa y concreta,
vencidos deciden que hay que comprenderla,
amar sus acordes, fundirse con ella,
y al fin, poseerla

Eres como el sueño que en la madrugada
se desvela y rompe de ausencias mi cama.
Eres la maraña que enreda el encaje
de un traje de novia, sin boda y sin casa.
Eres el lamento de mis llantos muertos
eres el delito, eres la coartada.
Eres más que el grito de auxilio que clama
el agonizante, que muere sin nadie,
sin nadie
y sin nada.

Eres mi sosiego, mi paz y mi calma
eres mi delirio, mi lucha ganada,
eres la pasión, la vida, la llama,
eres el pecado y eres la esperanza,
eres el pantano, eres la montaña,
eres más que el sol ...
Y yo,
desde mi altivez de torre galana,
descubro que yo,
¡sin ti no soy nada!.

Autor: Libra

Al borde del abismo



Ver que tu vida, se desmorona,
que todo aquello por lo que habías luchado tanto,
se queda en nada,
y en un instante al otro lado de la vereda,
no reconoces tu propia alma.

No hay un culpable,
sólo es la vida la que conduce,
la que sorprende, la que decide, la que te enseña,
la que nos cambia.
Y mientras miras, tus manos yertas,
van deslizando por tus mejillas
lágrimas secas.

Tu no hagas caso, de lo que pueda
decir la gente,
¡vive tu vida!
es sólo tuya, te pertenece.
Nada te importe el veneno amargo de la serpiente,
ni que señalen, ni que murmuren lo que no entienden.
Entrega siempre el corazón a cada paso,
y no renuncies a dar amor sin estrecheces
te dará paz, ir por el mundo alta la frente,
siendo tu mismo.
Y, si entre penas, o desengaños
crees hundirte en el abismo.
Resurgirás, una vez más mientras la vida,
siga en tus venas, ofreciéndote,¡Vivirla!.

Autor: Libra

Ella y sus manos


Había un rosal , en el jardín de aquella casa,
que año tras año, de flores bellas se engalanaba.
Iban sus ramas, creciendo alto buscando el cielo
y por la blanca pared de cal, se deslizaban.
Mientras sus rosas multicolores,
a quien las viera, encandilaban.
Eran sus manos que con esmero las cultivaba.
Era por eso, que le pedían:
-Doña María, me corta un brote?,
porque creían, que únicamente viniendo de ella,
enraizaban.
Y generosa, dulce y sonriente,
les complacía.

Cuando en las tardes el sol de enero,
a Buenos Aires lo desollaba,
mi padre entonces, bajo una fresca sombra de parra,
se recostaba.
Y ella en silencio, pendiente siempre,
de los detalles de aquella casa,
no descansaba.
Y en su jardín, que era su orgullo,
entre sus rosas, entre sus plantas,
yo la encontraba.
Había tanto amor en su ser,
que su mirada, a la belleza de aquellas flores,
siempre opacaba.

¡Ay si pudiera volver de nuevo a aquellos días!
En que era tan feliz y todo lo tenía.
Poder de nuevo, oír su voz nombrarme,
y en sus ojos grises, traslúcidos, mirarme.
Allí en su jardín, de plantas florecidas,
que con sus manos y con su esmero,
se embellecían.